martes, 8 de mayo de 2018

Yo me lo guiso, yo me lo como: El efecto IKEA


El otro día vi una noticia, sobre unos investigadores, que habían logrado programar un robot para que aprendiera por su cuenta a montar muebles de IKEA por si solo. Si bien me suelen apasionar estas noticias y soy el primero en mirar los videos de Boston Dynamics (¡¡¡Ay los perreres robot que majos!!!). No pude si no pensar que a IKEA en el fondo, no le debería hacer ilusión. Y voy a intentar explicar el por que.


Comenzaré volviendo sobre uno de los puntos que más he tratado en este blog a lo largo de los años, como son los sesgos cognitivos. Estos se tratan de pequeñas “trampas” que todos tenemos en nuestra cabeza que nos permiten navegar el día a día sin volvernos locos. ¿Y que es lo que hacen? Ayudarnos a tomar decisiones. Tomar decisiones conscientemente es cansado, y a nadie nos gusta tener que estar pensando en pros y en contras, y preferimos que nos den las cosas hechas. De ahí que estemos programados para automatizar esas decisiones, o que una vez tomadas estas no nos generen desconfort.


Un claro ejemplo de un sesgo cognitivo es la justificación, o buscar un motivo, aunque sea falso, para reducir la disonancia entre lo que queremos y lo que podemos. Este está muy bien representado por la fábula de Esopo de la zorra y las uvas. En esta una zorra ve un racimo de uvas e intenta alcanzarlas. Al darse cuenta de que está demasiado alto, desprecia las uvas diciendo: “¡No están maduras!”. De no ser capaz de engañarse de esa manera, la zorra seguiría lamentándose por no poder alcanzar las uvas.


Lo que de verdad sería impresionante es que dándoles una silla
montaran una catapulta.
Y con esto llegamos a IKEA, esa empresa que ha sido, es y será estudiada por su genial modelo de negocio. Puede que en sus inicios, el vender los muebles sin montar fuera solamente por motivos de logística y reducción de costes. Sin embargo, esta política tiene otros efectos que si bien no tan aparentes al principio si son muy ciertos. 

Nos gustan los muebles de IKEA más porque los montamos nosotros mismos. No importa si el cajón baila, o nos han sobrado tornillos que sabemos que seguramente conducirán a la catástrofe más tarde o más temprano. El mero hecho de haber dedicado nuestro tiempo, tan valioso, a montar ese mueble, hace que proyectemos en el cualidades más allá de las intrínsecas a el mismo. Es como las lentejas, que las que hacemos nosotros siempre están mejor que las del resto, excepto las de nuestra madre, las de la mama siempre ganan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario