El otro día vi una
noticia, sobre unos investigadores, que habían logrado programar un robot para
que aprendiera por su cuenta a montar muebles de IKEA por si solo. Si bien me
suelen apasionar estas noticias y soy el primero en mirar los videos de Boston
Dynamics (¡¡¡Ay los perreres robot que majos!!!). No pude si no pensar que a
IKEA en el fondo, no le debería hacer ilusión. Y voy a intentar explicar el por
que.
Comenzaré volviendo
sobre uno de los puntos que más he tratado en este blog a lo largo de los años,
como son los sesgos cognitivos. Estos se tratan de pequeñas “trampas” que todos
tenemos en nuestra cabeza que nos permiten navegar el día a día sin volvernos
locos. ¿Y que es lo que hacen? Ayudarnos a tomar decisiones. Tomar decisiones
conscientemente es cansado, y a nadie nos gusta tener que estar pensando en
pros y en contras, y preferimos que nos den las cosas hechas. De ahí que
estemos programados para automatizar esas decisiones, o que una vez tomadas
estas no nos generen desconfort.
Un claro ejemplo de
un sesgo cognitivo es la justificación, o buscar un motivo, aunque sea falso,
para reducir la disonancia entre lo que queremos y lo que podemos. Este está
muy bien representado por la fábula de Esopo de la zorra y las uvas. En esta una
zorra ve un racimo de uvas e intenta alcanzarlas. Al darse cuenta de que está
demasiado alto, desprecia las uvas diciendo: “¡No están maduras!”. De no ser
capaz de engañarse de esa manera, la zorra seguiría lamentándose por no poder
alcanzar las uvas.
Lo que de verdad sería impresionante es que dándoles una silla montaran una catapulta. |
Y con esto llegamos
a IKEA, esa empresa que ha sido, es y será estudiada por su genial modelo de
negocio. Puede que en sus inicios, el vender los muebles sin montar fuera
solamente por motivos de logística y reducción de costes. Sin embargo, esta
política tiene otros efectos que si bien no tan aparentes al principio si son
muy ciertos.
Nos gustan los muebles de IKEA más porque los montamos nosotros
mismos. No importa si el cajón baila, o nos han sobrado tornillos que sabemos
que seguramente conducirán a la catástrofe más tarde o más temprano. El mero
hecho de haber dedicado nuestro tiempo, tan valioso, a montar ese mueble, hace
que proyectemos en el cualidades más allá de las intrínsecas a el mismo. Es
como las lentejas, que las que hacemos nosotros siempre están mejor que las del
resto, excepto las de nuestra madre, las de la mama siempre ganan.
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